El gran eucalipto de la plaza de Cayastacito. ¿Leyenda o realidad?
Mi entrañable tío, Don Ovidio Noceda era, desde mi punto de vista, uno de los mejores historiadores de Cayastacito y alrededores, aunque no poseyera título oficial. Su privilegiada memoria, su afán por la lectura y su interés por los temas cotidianos, formaron en su mente una gran reserva de hechos dignos de ser rescatados en más de un libro.
Esta habilidad de recordar las innumerables anécdotas vividas en su juventud llena de travesuras típicas de pueblo y las vivencias que su posterior labor como Juez de Paz en la zona, le permitieron acumular una inmensa cantidad de situaciones de la vida de las personas, pasando por las mas gratas como podía ser la confección de un acta de nacimiento de un, a veces no tan recién nacido, o la difícil gestión de mediación en conflictos vecinales, hasta la dolorosa tarea de documentar mediante un acta de defunción la muerte de personas entrañables.
Durante una de las entretenidas charlas que tuve el privilegio y agrado de compartir con él, me contaba que de boca de la gente mas vieja del pueblo escuchó en más de una oportunidad, que en el centro de la plaza de Cayastacito existía un gran eucalipto, tal era el tamaño del árbol que varias personas debían tomarse de las manos para poder rodearlo.
Por los mismos dichos, el terreno que ocupa la actual plaza del pueblo, en esos tiempos era un potrero donde había una improvisada cancha de fútbol y en el centro de la misma emergía este majestuoso árbol. Sus inmensas raíces ondulaban el terreno circundante, por lo tanto mas de una vez se interponía en una jugada favoreciendo a uno u otro equipo al desviar un pelotazo u obstruir el paso de un jugador que venia haciendo una gambeta.
Diversas situaciones muy extrañas a un partido de fútbol podían llegar a darse con semejante escenario: Una encarnizada lucha por la pelota entre dos o mas rivales encontrando ese inmenso obstáculo; un habilidoso jugador utilizándolo como compañero de equipo para construir una "pared", haciendo rebotar la pelota en su tronco para pasar a un rival; o un violento "zapatazo" dejando la pelota enredada en alguna rama muy alta, obligando a salir a buscar una larga caña para bajarla.
Si es cierto o no, lamentablemente no podremos desentrañarlo, no quedan testigos de la situación ni documentos que puedan ratificar o rectificar los relatos de los hechos.
Según otro de mis tíos el Dr. en leyes "Cochito" Gerarduzzi, muy estudioso y conocedor de la historia escrita, es casi seguro que si tal ejemplar existió, pertenecería a los primeros eucaliptos que nacieron de las semillas que Domingo Faustino Sarmiento trajo desde Australia en el año 1858.
En esos tiempos, el eucalipto era desconocido por estas tierras y Sarmiento las trajo para compensar rápidamente la tala de árboles autóctonos, los que llevaban mucho mas tiempo en crecer. Fue bautizado por él como "El marido de las Pampas" y ordenó la forestación con esta especie de muchos espacios públicos y privados de todo el país.
Si este fuera el caso, sería un "Eucaliptus Globulus", el que tiene las semillas en forma de trompo y hojas alargadas, del cual hay muchos ejemplares en la zona de Cayastacito, siendo un claro ejemplo los que están en el terreno circundante a la Estación del Ferrocarril.
Julio Ricardo Buratti
Enlaces interesantes.
"CAYASTACITO EN WIKIPEDIA
Aquellos históricos eucaliptos, por Cristina Mix en Laguna Paiva Web.
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2 comentarios:
¡hola, julito ¡
Celebro que hayas "reaparecido" en el sitio.
El querido Ovidio, tambien contaba - entre risas -, que cierta vez un defensor produjo un rechazó violento; la pelota rebotó en el eucaliptus y se cobirtió en gol en contra (el árbol, según parece, esa vez "jugaba" para el otro equipo...).
Ya que nombramos al prócer que introdujo esa especie forestal,parece oportuno recordar que Dn. Luís Landriscina cuenta que cuando fue a Australia, lo recibieron los residentes argentinos con un gran ramo de flores de ceibo, mientras le decían que habían elegido esas flores para, a la vez, rendir homenaje a Sarmiento,en agradecimiento por haber llevado a ese país las primeras semillas de nuestra flor nacional ("Para que nos conozcan mejor y nos recuerden siempre", debe haber pensado ese gran patriota).
Sarmiento fue uno de los pocos presidentes que murió pobre, pero muy seguro de cómo sería recordado. Loco genial hasta el fin, allá en Asución, ya muy viejo y presintiendo la cercanía de su muerte, porque se le enfriaban las piernas exclamaba: "Es el frío del bronce que me viene ganando desde abajo". Y así fue: La estatua que tiene frente al zoologico de Buenos Aires lleva una firma ilustre: "Rodin".
Va como anónimo, pero soy "Cochito" . Gracias Julito, por recordar a tu tío Ovidio.
Un afectuoso saludo a la comunidad del blog, a quienes deseo que en el año venidero se les cumplan sus más caros anhelos.
Gracias "Cochito". Te nombré en el relato, por que siempre enriqueciste con tus conocimientos las entrañables charlas con Ovidio. Como tambien lo estas haciendo con este comentario. Un fuerte abrazo y gracias por acompañar siempre con tus colaboraciones.
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